VEAMOS LOS DESAFÍOS FAMILIARES
Francisco: Familia, gran don de Dios al mundo desde la Creación
La familia como un Don
Frente a quienes prohibían el matrimonio, el Nuevo Testamento enseña que «todo lo que Dios ha creado es bueno; no hay que desechar nada» (1 Tt 4,4). El matrimonio es un «don» del Señor (cf. 1 Co 7,7). Al mismo tiempo, por esa valoración positiva, se pone un fuerte énfasis en cuidar este don divino: «Respeten el matrimonio, el lecho nupcial» (Hb 13,4). Ese regalo de Dios incluye la sexualidad: «No os privéis uno del otro» (1 Co 7,5).
El carácter sagrado del matrimonio y de la familia
48. Fundada por el Creador y en posesión de sus propias
leyes, la íntima comunidad conyugal de vida y amor se establece sobre la
alianza de los cónyuges, es decir, sobre su consentimiento personal e
irrevocable. Así, del acto humano por el cual los esposos se dan y se reciben
mutuamente, nace, aun ante la sociedad, una institución confirmada por la ley
divina. Este vínculo sagrado, en atención al bien tanto de los esposos y de la
prole como de la sociedad, no depende de la decisión humana. Pues es el mismo
Dios el autor del matrimonio, al cual ha dotado con bienes y fines varios, todo
lo cual es de suma importancia para la continuación del género humano, para el
provecho personal de cada miembro de la familia y su suerte eterna, para la
dignidad, estabilidad, paz y prosperidad de la misma familia y de toda la
sociedad humana. Por su índole natural, la institución del matrimonio y el amor
conyugal están ordenados por sí mismos a la procreación y a la educación de la
prole, con las que se ciñen como con su corona propia. De esta manera, el
marido y la mujer, que por el pacto conyugal ya no son dos, sino una sola carne
(Mt 19,6), con la unión íntima de sus personas y actividades se
ayudan y se sostienen mutuamente, adquieren conciencia de su unidad y la logran
cada vez más plenamente. Esta íntima unión, como mutua entrega de dos personas,
lo mismo que el bien de los hijos, exigen plena fidelidad conyugal y urgen su
indisoluble unidad.
Cristo nuestro Señor bendijo abundantemente este amor
multiforme, nacido de la fuente divina de la caridad y que está formado a
semejanza de su unión con la Iglesia. Porque así como Dios antiguamente se
adelantó a unirse a su pueblo por una alianza de amor y de fidelidad, así ahora
el Salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia sale al encuentro de los
esposos cristianos por medio del sacramento del matrimonio. Además, permanece
con ellos para que los esposos, con su mutua entrega, se amen con perpetua
fidelidad, como El mismo amó a la Iglesia y se entregó por ella. El genuino
amor conyugal es asumido en el amor divino y se rige y enriquece por la virtud
redentora de Cristo y la acción salvífica de la Iglesia para conducir
eficazmente a los cónyuges a Dios y ayudarlos y fortalecerlos en la sublime
misión de la paternidad y la maternidad. Por ello los esposos cristianos, para
cumplir dignamente sus deberes de estado, están fortificados y como consagrados
por un sacramento especial, con cuya virtud, al cumplir su misión conyugal y
familiar, imbuidos del espíritu de Cristo, que satura toda su vida de fe,
esperanza y caridad, llegan cada vez más a su propia perfección y a su mutua
santificación, y , por tanto, conjuntamente, a la glorificación de Dios.
Gracias precisamente a los padres, que precederán con el
ejemplo y la oración en familia, los hijos y aun los demás que viven en el
círculo familiar encontrarán más fácilmente el camino del sentido humano, de la
salvación y de la santidad. En cuanto a los esposos, ennoblecidos por la
dignidad y la función de padre y de madre, realizarán concienzudamente el deber
de la educación, principalmente religiosa, que a ellos, sobre todo, compete.
Los hijos, como miembros vivos de la familia,
contribuyen, a su manera, a la santificación de los padres. Pues con el
agradecimiento, la piedad filial y la confianza corresponderán a los beneficios
recibidos de sus padres y, como hijos, los asistirán en las dificultades de la
existencia y en la soledad, aceptada con fortaleza de ánimo, será honrada por
todos. La familia hará partícipes a otras familias, generosamente, de sus
riquezas espirituales. Así es como la familia cristiana, cuyo origen está en el
matrimonio, que es imagen y participación de la alianza de amor entre Cristo y
la Iglesia, manifestará a todos la presencia viva del Salvador en el mundo y la
auténtica naturaleza de la Iglesia, ya por el amor, la generosa fecundidad, la
unidad y fidelidad de los esposos, ya por la cooperación amorosa de todos sus
miembros.
Paciencia [91-92]
Actitud de servicio [93-94]
Sanando la envidia [95-96]
Sin hacer alarde ni agrandarse [97-98]
Amabilidad [99-100]
Desprendimiento [101-102]
Sin violencia interior [103-104]
Perdón [105-108]
Alegrarse con los demás [109-110]
Disculpa todo [111-113]
Confía [114-115]
Espera [116-117]
Soporta todo [118-119]
Crecer en la caridad conyugal [120-122]
Toda la vida, todo en común [123-125]
Alegría y belleza [126-130]
Casarse por amor [131-132]
Amor que se manifiesta y crece [133-135]
Diálogo [136-141]
Amor apasionado [142]
El mundo de las emociones [143-146]
Dios ama el gozo de sus hijos [147-149]
Dimensión erótica del amor [150-152]
Violencia y manipulación [153-157]
Matrimonio y virginidad [158-162]
La transformación del amor [163-164]
ACTIVIDAD
FAMILIA
DON DE DIOS.
Vamos
a ANALIZAR la familia como Don de Dios con lo cual encuentra sentido a su vida
y la de su familia.
MI FAMILIA ES DON DE DIOS CUANDO CON _________ ENFRENTA EL DESAFÍO FAMILIAR DE _______
¿Cómo lo enfrenta?
Para
ello, realizaremos la siguiente actividad:
Elaborarlo en una dispositiva y guardarlo en formato
jpg (imagen) y luego subirlo a este espacio indicando apellidos, grado y
sección.
Revisar:
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